Archivo por días: 17 julio, 2016

La Comunicación Gráfica en los Museos

Durante el siglo XVIII y principios del XIX, los museos estaban llenos de sucedáneos, de lo falso. Fue la época en la que los gestores de los museos entregaban originales de famosas figuras clásicas, normalmente mutiladas, a renombrados escultores para que las recompusieran o las completaran según los gustos de la época. Tal cosa hizo que las salas se llenaran de imágenes con brazos, piernas y cabezas artificiosas que, si bien pretendían un efecto de verosimilitud, no eran reales y, por tanto, susceptibles de ser inexactas y de dudoso rigor histórico.

Museo Británico - Londres

Tuvieron que pasar años hasta que un centro, en este caso el Museo Británico, decidiera que se retiraran los vaciados de yeso y los mármoles del Partenón fueran expuestos sin restaurar, es decir, sin añadidos, auténticos, tal como estaban cuando fueron descubiertos. Tras este se sumaron el resto de los museos. Esa corriente, pasajera y afortunadamente concluida, fue siempre contra el espíritu de lo que representa un museo, como espacio y dominio de la autenticidad. En el museo solo cabe lo auténtico, lo real. Esta corriente, a pesar del tiempo transcurrido, parece volver a imponerse en el espacio museístico, aunque con otros elementos.

A pocos kilómetros de Bruselas, existe un lugar singular y que es probablemente el escenario más famoso e influyente en la historia europea de los últimos 200 años. Lo ocurrido el 18 de junio de 1815 en la localidad valona de Waterloo, y sobre lo que es hoy una amplia llanura primorosamente cultivada con trigo, coles, algunos árboles frutales rompiendo la monotonía de paisaje, este escenario, en fin, supuso el fin del sueño imperial de Bonaparte y todo lo que rodeó aquella jornada despierta una fascinación, que comparten muchos de los miles de turistas, escolares y especialistas que visitan cada año el escenario de la batalla.

Como ajeno a la planicie surgen construcciones como la Colina del León, mirador sobre el que se aprecia el derrotero de la batalla, o el Memorial 1815, donde se recrea en su contexto histórico con gran derroche de medios tecnológicos, desde un ciclorama de 180º, hasta películas en 4D.

En una sala secundaria y prácticamente invisible a los visitantes ávidos de experiencias multimedia, se encuentra una reproducción en un panel de una de las mejores infografías de todos los tiempos en cuanto al rigor en los datos, síntesis de la información y las relaciones entre los diferentes elementos. Me estoy refiriendo a un diagrama de fiebre, que representa la operación militar de Napoleón, su flujo y su reflujo, desde Francia a Rusia y regreso, con información muy visual de cómo se iba reduciendo su número a lo largo del viaje, con una serie de datos paralelos de lugares por los que había pasado o sobre temperatura hallada en cada punto del largo trayecto.

Detengámonos un momento en el autor. El ingeniero francés Joseph Minard (1781-1870) es un pionero, y sus diagramas se muestran como ejemplos históricos de este tipo de manifestaciones gráficas. Una de las más llamativas esta, que muestra de forma visual la compleja y desastrosa campaña de Napoleón en Rusia (1812), que informa de varias cosas a la vez: en el original, de un color marrón claro y con una línea gruesa de partida señala el volumen de hombres que salió hacia el Este, también el origen y destino de la columna de militares franceses; el número se va reduciendo por diversas causas y Minard hace más estrecha la representación de la marcha conforme el itinerario se va desarrollando; quien ve la gráfica entiende perfectamente el significado.

Además, en cada encrucijada, expone el número de hombres que componían la columna central y los que tomaron otro camino. La línea de vuelta, en negro, igualmente se adelgaza, como reflejo del menor número de hombres que regresa y perece por el camino. Esta nueva información comunica la tragedia humana que supuso aquella aventura militar francesa. A cada trecho señala el número de soldados que van quedando por el camino: de 422.000, llegaron 10.000 hombres.

En la parte inferior, establece las temperaturas que el ejército encontraba a lo largo de los meses que duró la campaña, desde junio de 1812 hasta el mes de octubre, cuando regresaron, con -26ºC. También nos dice que la partida se realizó desde el río Niemen, en la frontera de Polonia y Rusia, y narra los sucesivos accidentes geográficos que hallaron en el camino. Igualmente, en la gráfica de vuelta, encontramos el desastre que supuso el cruce del río Berezina, con una fuerte reducción de la tropa, que de 50.000 hombres quedó reducida a 28.000 en un breve espacio geográfico.

Visualizacion-Carta-Napoleon-Charles-Minard

En definitiva, un esplendido trabajo que tiene casi siglo y medio (1869) y sigue siendo ejemplar y útil para dejar patente que la información gráfica es una formidable forma histórica de comunicación y que las soluciones para mostrar conceptos comprensibles sin adornos superfluos que, a pesar de carecer de espectacularidad, añaden claridad al mensaje y finalmente conducen a ser pedagógicamente eficientes.

La tendencia actual de los museos es la contraria. Las recreaciones virtuales ganan espacio, aunque no aportan mayor conocimiento, emborronando el mensaje, distrayéndonos de lo importante y primando lo accesorio en un espectáculo pirotécnico de imágenes en movimiento. Puede parecer un contrasentido querer introducirla precisamente en el templo de la autenticidad que es el museo.

Por otra parte, en una época en donde lo virtual sustituye a lo real en muchas ocasiones y en donde nuestros sentidos y percepciones son engañados precisamente por la virtualidad, la existencia de un reducto de autenticidad, de realidad, constituye un valor innegable. Por otro lado, la influencia de lo “virtual” en nuestra civilización de flujos de información irá creciendo y acabará, sin duda alguna, alterando para siempre nuestra visión del mundo, algo que no está exento de una gran confusión, como mencionábamos anteriormente.

La verdad, como en todo, está en el término medio. La información audiovisual es una herramienta llena de posibilidades para la comunicación interactiva. Si nos centramos en la educación, los alumnos buscan en las plataformas interactivas de los museos datos que les permitan realizar sus actividades escolares a la vez que satisfacen su curiosidad. Todo ello en consonancia con estrategias didácticas adaptadas al actual contexto comunicativo de la era de la información, en interés de lograr una completa alfabetización del alumnado, necesaria para la adecuada interpretación recibida a través de estas herramientas.

Es innegable el poder audiovisual frente a aquella concepción única de la palabra, como poseedora de conocimiento y reflexión. Por tanto, el lenguaje audiovisual de los museos no debe quedarse en una fase meramente contemplativa, sino que debe quedar inmersa en la interacción comunicativa que le añada significación.

También es cierto que con la recreación infográfica de la realidad, los museógrafos disponen de una herramienta fundamental. Podemos crear zonas expositivas adelantando a la vista detalles que antes de la aparición de esta solución tecnológica era imposible recrear. Además, solíamos hacer ilustraciones realistas que llevaban mucho tiempo realizar, encareciendo el proyecto en muchos casos hasta límites imposibles de asumir por los museos. Eso ya no es así para beneficio de todos.

El avance de la tecnología es un cambio continuo en la humanidad y en cada cambio ganamos cosas, como eficacia, velocidad o rentabilidad, pero en el camino perdemos otras, tales como el concepto de globalidad, las causas y el método para acceder al conocimiento. Cada invento nos hace la vida más fácil, pero no necesariamente más inteligentes. El acceso a una información que favorezca el razonamiento lógico, la abstracción y el método es el reto al que se enfrenta actualmente la manera de mostrar la información en los museos.

Arturo Castellano

Director de Arte en Cave Canem Media

Director Creativo de GlobalNET Solutions

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