La Formación de quien forma a los Formadores

Hay ocasiones en las que, según te están impartiendo una clase, te preguntas a ti mismo, ¿quién formará a los formadores? Pues sí, aciertas, existe tal profesión. Parece una especie de sin fin, porque ellos, a su vez, necesitan prepararse… y es de lo que vamos a hablar en este artículo del blog de GlobalNET Solutions.

formación para los formadores

Todos sabemos que, en el caso de los centros educativos, los profesores de los más pequeños deben ser licenciados en Magisterio y especializarse en Educación Infantil, o bien tener un grado o cursar un Ciclo de Formación superior en dicha materia.

Para Primaria, necesitan el grado correspondiente en Magisterio; mientras que para Secundaria y FP, debe ser licenciado o graduado, ingeniero o arquitecto, o doctor y, además, hacer el CAP (Curso de Adaptación Pedagógica).

Por último, para ser profesor universitario, hay que sacarse el título de doctor. Así pasa, en este último caso, que puede tratarse de una persona con grandes conocimientos pero nula capacidad de comunicarlos a sus alumnos.

Es lo mismo que ocurre con los docentes de másteres, cursos y otras formaciones para adultos. El bagaje profesional está garantizado pero no la facilidad que pueden tener para transmitirlo. De ahí la importancia del formador de formadores.

El formador debe cumplir con una serie de capacidades puesto que, si él mismo no las tiene desarrolladas y asumidas, es difícil que pueda enseñarlas. En definitiva, tiene que estar en posesión de unas determinadas competencias personales y profesionales, como las que ofrece el programa DESCOM de GlobalNET Solutions, y que son, entre otras:

  • Comunicación tanto verbal y no verbal, como grupal e interpersonal.

  • Habilidades sociales, directivas y de liderazgo.

  • Inteligencia emocional.

  • Gestión del cambio y de los conflictos.

  • Creatividad e iniciativa.

  • Razonamiento crítico y toma de decisiones…

Asimismo, debe ser capaz de realizar un diagnóstico de la situación de sus alumnos y planificar las acciones apropiadas para que consigan alcanzar el objetivo, es decir, convertirse en buenos formadores.

Además, ha de tener nociones de psicopedagogía y, sobre todo para los profesionales en paro, ser capaz de hacerles una orientación ocupacional adecuada a sus características.

Sin embargo, la realidad es tozuda. En vez de adecuar la enseñanza a las características y perfil de los alumnos, nos encontramos con temarios exactamente iguales curso tras curso. En vez de elegir, crear y usar materiales y recursos didácticos en evolución, continúan con los mismos desde hace décadas. En vez de hacer evaluaciones que, de verdad, permitan apreciar la asimilación de conocimientos, hacen exámenes que solo premian la buena memoria, algo que de aquí a una semana se ha olvidado.

Estos puntos son muy graves porque se trata de formar a las personas que, a su vez, se encargarán de enseñar a los profesionales de las empresas. No basta con tener conocimientos sobre una determinada materia, es necesario estar actualizados sobre ella, adaptarse a los alumnos, de ahí las clases con pocas personas, y elaborar los materiales precisos, utilizando las vías necesarias y más actuales para afianzar el aprendizaje. Y, ante todo, saber cómo transmitir todo ese bagaje.

De ahí que ellos también necesiten una formación continua, que asegure la actualización de sus competencias y sea acorde con los tiempos que vivimos, con la tecnología precisa al servicio de los objetivos marcados.

La próxima vez que nos forme un profesional seguro que lo veremos con otros ojos. Gracias por comentar y por compartir.

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