La Trasformación Digital en los Eventos

Hace pocos días que finalizó el Mobile World Congress de Barcelona (#MWC2016) con un éxito rotundo de público, que rompió todos los récords anteriores, superando los cien mil visitantes. Cuando no eres Samsung, Apple, HP, BQ o cualquiera de las grandes marcas que allí se han dado cita, has de tirar de imaginación para evitar pasar desapercibido entre los más de dos mil expositores. Pero si encima eres una empresa tecnológica, como es el caso, tampoco te sirve cualquier cosa y los eventos bien montados, con magia, siempre son una forma de conseguirlo.

Las organizaciones más punteras, hoy por hoy, están inmersas o ya han superado la transformación digital y el resto de los mortales es algo que también tenemos que hacer, a riesgo de desaparecer del mapa. A lo que se añade que, además de hacerlo, tenemos que parecerlo, transmitir que estamos a la última en nuestro sector o, al menos, que lo buscamos.

Por lo tanto, para dar una imagen innovadora al relacionarnos con nuestros públicos y convertirlos, de verdad, en protagonistas, hay que crear eventos donde la tecnología bien entendida forme parte de ellos.

Consideramos, desde GlobalNET Events, que tecnología bien entendida es aquella que pone a las personas en el centro de las experiencias para cumplir con unos objetivos concretos, aquellos que han provocado el acto en sí.

Pensemos un segundo en la imagen que hayamos dado cuando convocamos el último evento. Qué utilizamos, cómo nos dirigimos a las personas que acudieron, ¿sabemos si salieron contentos, con la lección bien aprendida? ¿Cumplimos las metas que nos habíamos propuesto? ¿Interactuaron? ¿Con qué herramientas?

Si las respuestas han sido, lápiz, papel, rotulador, presentación en Power Point o similar, con un público pasivo, casi adormecido,… entonces deberíamos replantearnos nuestras estrategias a la hora de crear eventos, al menos que ese haya sido nuestro objetivo, claro.

Ahora imaginemos. El público entra y recibe unas tabletas. Estas contienen aplicaciones para que, solo si nosotros queremos y a nuestra medida, puedan relacionarse entre ellos y con el ponente, preguntarle, hacer networking, intervenir en encuestas en vivo y en directo, ver en su dispositivo lo que se está exponiendo y añadir comentarios en la propia presentación, participar en juegos y pruebas, coger apuntes y luego enviárselos a su propia dirección de correo, compartir la experiencia en redes sociales,… Y todo con la máxima seguridad.

De ambos escenarios, cuál crees que dará mejor imagen de tu empresa, en cuál consideras que el público saldrá más contento, cuál piensas que cumplirá mejor con tus objetivos, con cuál se entenderá y se asimilará mejor tu mensaje.

No hace falta ser una gran tecnológica o un expositor del #MWC2016, solo saber qué queremos. Los eventos permiten la creación de enlaces emocionales con nuestra audiencia para que esta se convierta en comunidad.

Como es lógico, las aplicaciones se adaptan a las necesidades de los organizadores y deben estar personalizadas para cada evento. Lo que a nosotros nos sirvió la última vez, puede cambiar al igual que lo hacen las metas que buscamos y al público al que nos dirijamos, y la app tiene que ser lo suficientemente flexible para permitir las modificaciones oportunas. Solo la tecnología es capaz de ese nivel de acomodación a las circunstancias.

Además, como tendremos respuestas en vivo y en directo, se puede medir la consecución de objetivos para tomar las decisiones adecuadas de cara a nosotros mismos y a próximos actos. También significa un importante ahorro de costes en personal, formación y recursos.

Sin embargo, hay que tomar dos precauciones: evitar desviarnos de nuestros objetivos y que el público quede eclipsado por las aplicaciones. De ahí la necesidad de que nos asesoren empresas con los recursos y la experiencia necesaria para llevar nuestro evento a buen puerto.

Asimismo, una marca tiene que ser consecuente. La imagen de innovación que hayamos dado se puede ir al traste si luego la empresa tiene una organización anquilosada en el pasado y no busca la transformación digital en sus procesos. Recordemos, como la mujer del César, hemos de serlo y de parecerlo.

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