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Cómo proteger a los Niños de sus propios Juguetes conectados

Papá Noel y los Reyes Magos habrán traído o traerán a muchos niños juguetes conectados a Internet. Estos muñecos, drones, etc., forman parte del conocido como Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) que pueden entrañar una serie de riesgos importantes para la seguridad de los pequeños que es necesario valorar y, en su caso, tomar las medidas oportunas para evitar males mayores.

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En GlobalNET Solutions somos poco dados a las prohibiciones. Creemos que las herramientas tecnológicas no son buenas o malas, pero sí la forma en que decidimos utilizarlas, de ahí lo importante que es aprender a hacerlo. Esta misma línea es la que siguen en el manual que recientemente ha publicado Trend Micro para ayudar a los padres a proteger la seguridad de sus hijos en un mundo cada vez más interconectado y donde los propios juguetes pueden ser sus mayores enemigos.

Antes de adquirirlos, padres y tutores deberían plantearse una serie de preguntas, a saber:

  • Qué información, cuánta y de qué índole les va a pedir a los niños el juego para su correcto funcionamiento. ¿Es obligatorio proporcionársela o solo en parte?

  • ¿Se puede geolocalizar a través del GPS que lleve incorporado? ¿Es posible desconectarlo?

  • ¿Tiene cámaras y micros que permitan la transmisión de imágenes y sonidos a través de Internet?

  • ¿Proporcionan a un tercero, conocido o no, datos sobre los usos y costumbres del menor?

  • ¿Está conectado a la nube?

Veamos cada una de dichas partes.

Ya existen juguetes que solicitan el nombre, la edad o la fecha en que nació, si es niño o niña e incluso la dirección de su casa. Se trata, por lo tanto, de información sensible que pueden poner en riesgo al pequeño ante un ciberataque. Puede que nos parezca que los datos de nuestros hijos tampoco son tan importantes como para que alguien se interese por ellos, pero imaginemos el valor que pueden tener para los delincuentes cuando se trata de datos masivos… o incluso peor.

Por ello, es aconsejable leer la política de privacidad del dispositivo y realizar los ajustes precisos para mantener a salvo toda esa información sobre los menores, bloqueando y acotando cada una de las partes más sensibles de la información a proporcionar.

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Respecto a la localización que pueden proporcionar los GPS si están instalados, tendríamos que aprender cómo trabajan y si existe la posibilidad de que otras personas puedan encontrarles a través de ellos. Lo mejor es ajustar esta herramienta para evitarlo.

Muchos juguetes incluyen las opciones de grabar o fotografiar para compartir los vídeos y las imágenes en el momento con otras personas. Es evidente el riesgo que esta posibilidad conlleva. Deberíamos valorar si el menor necesita algo así y si tiene el suficiente grado de madurez y de formación para utilizarlos minimizando los riesgos. En caso contrario, deberíamos reconsiderar la compra.

Algo similar ocurre con el audio. Aunque parezca que el riesgo es menor, también puede atentar contra la intimidad del niño. Lo mejor es desconectar la función y borrar los archivos innecesarios de manera regular, al igual que la comunicación a través de la voz entre dispositivos. En este caso, hay que informar a nuestros hijos sobre “comunicaciones inusuales”.

Existen juguetes con la posibilidad de enviar mensajes de texto. En la guía a la que nos referimos, explican como uno de los ciberataques más famosos contra la industria juguetera expuso 190 gigas de datos de fotografías y conversaciones entre padres e hijos. Así que, lo mejor es seguir dos pautas: filtrar la lista de contactos de los menores y gestionar las características de dichas comunicaciones.

Ahora también algunos juguetes, para interactuar con los niños, recogen características biométricas de estos que se transmiten por Internet. Por ejemplo, “aprenden” del uso que se hace de ellos, las características físicas del pequeño, etc. Los padres han de asegurarse de que el fabricante les pide consentimiento por escrito para el tratamiento de los datos recopilados y la opción de eliminarlos en cualquier momento.

El almacenamiento en la nube es otra de las características de algunos juguetes. Las empresas la utilizan para procesar y controlar los datos. Ante una brecha de seguridad, todos ellos se pueden ver comprometidos. Para evitarlo en la medida de los posible, los padres han de informarse sobre qué están guardando y cómo se recoge. También el nivel de seguridad que tiene, si existe un software que lo proteja de forma adecuada y si existe la opción de evitar que se almacene.

Como vemos, se trata de saber lo máximo posible sobre el juguete, lo que puede o no hacer, y cómo gestionar cada una de las partes más sensibles de la información que le proporcionamos para su correcto funcionamiento. Sin embargo, ante la duda, lo mejor es optar por otro dispositivo que cumpla con los requisitos que necesitan nuestros hijos según su madurez. IoT sí, pero siempre con seguridad.

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